Club Báguano |
“Si se trata de amor a una bandera, a un equipo, a un barrio, a una comunidad, esa pasión se hace mucho más importante y solo puede imponerse cuando la gente la asume y la cultiva y, luego, la defiende como a cosa del alma”. El 25 de agosto pasado, Los Tigres de Ciego de Ávila llegaron a La Tierra de la Piña, luego de la coronación en el III World Baseball Challenge, acontecido en la ciudad canadiense de Prince George. Fue de El humo de Battle Creek, libro de la autoría del escritor y promotor cultural Víctor Rolando Bellido, del cual extraje las palabras de su padre René “El Baby”, para sintetizar su testimonio sobre un relato parecido al del plantel avileño, desarrollado en Norteamérica, coincidentemente.
Al igual que “El Baby” hizo cuando llegó de niño al batey, el béisbol marcó su territorio en la zona nororiental de Cuba, incluida en 1950 en la Liga Popular – surgida en La Habana a fines de la década del ‘40 –, uno de los circuitos aficionados existentes por esa época, junto a las ligas Nacional Amateur, la de Pedro Betancourt, la Obrera Nacional, entre otras esparcidas por el país.
En la presentación del texto, el 19 de enero de 2012, en la sede de la UNEAC holguinera, los asistentes pudieron conocer por qué el viaje de un equipo baguanense a EE.UU. no se produjo un año antes. Las novenas monarcas de las regiones oriental y occidental, Báguano y el club de Alistados del Regimiento Siete de La Cabaña, respectivamente, celebraron un play off que decidía el campeonato y la consiguiente asistencia a la Serie Mundial de Clubes Campeones, en el estado de Michigan.
Un out, por un supuesto incorrecto corrido de almohadillas de uno de los peloteros holguineros, provocó la protesta en el terreno de la fortaleza militar La Cabaña, durante el cuarto juego. “Yo iba mirando (corría producto de una línea que conectó hacia el rightfield), y había visto cuando Villaurrutia (Víctor) había puesto el spike casi en el mismo centro de la base, faltó solo que la rompiera”, subrayó “El Baby” en las conversaciones que sostuvo con su hijo. Luego de la necesaria reclamación holguinera, Jorge Quintanilla se demoró escasos segundos en comparecer al cajón de bateo, el árbitro decretó forfeit y los del Ejército se titularon.
De La Ciudad del Cereal a Masaya
Portada del libro |
Posteriormente, del 15 al 26 de septiembre, estuvo en La Ciudad del Cereal, como se conoce a Battle Creek, por ser sede principal de una renombrada compañía que elabora ese alimento. Allí se creció ante el a la postre dos veces rey del American Baseball Congress (competición amateur surgida en 1935), el Sutherland Paper Co. Representó a Cuba en una justa reservada solo para planteles norteamericanos y resultó el primer representativo de la actual provincia holguinera que actuó en el extranjero.
La Liga Popular y la Serie Mundial de Clubes Campeones fueron hechas a la medida de nuestros elencos, pues aunque ninguno pudo llevarse el trofeo dorado de la segunda, San Germán (1952 y 1953) y Tacajó (1954) también se guiaron por el humo “de las incontables chimeneas” en la confluencia de los ríos Kalamazoo y Battle Creek. En el estado de los Grandes Lagos, el mejor desempeño lo tuvo San Germán (segundo lugar, merced a seis victorias y dos descalabros) en el ‘52, apunta el historiador Norton Lorenzzi, quien añade que aquel era un equipazo, conformado por el camagüeyano Rodolfo Arias, pitcher zurdo que después trabajó en Grandes Ligas, su coterráneo inicialista Rafael Ayala y el sangermanense Rafael Ortiz, defensor del segundo cojín y el campo corto, único holguinero con tres presencias en el American Baseball Congress (en dos oportunidades con la representación de su terruño y reforzó a los Alistados del Regimiento Siete en 1950), entre otros estelares. El abuelo de Leris Aguilera, Julio Portilla, logró coronarse en tres ocasiones en la Liga Popular, visitó dos veces Battle Creek luciendo el uniforme de San Germán, e integró la nómina de Los Mulos de Nicaro.
Septiembre continuó acompañándonos, lo descubrí en un trabajo del periodista Reynaldo Duharte. Entre el 6 y el 17 de ese mes, en 1957 – último año de la Liga Popular en Oriente –, los archiconocidos Mulos de Nicaro anduvieron por Puerto Rico, fruto de su triunfo en la serie definitoria sobre los representantes de la Fuerza Aérea de La Habana, acaecida el 24 y 25 de agosto, en el estadio Rafael Orejón, de Nicaro.
De allá, tras obtener cuatro éxitos en siete pleitos frente a varios elencos borinqueños, trajeron el trofeo de la Amistad Inter Antillanos; aunque el manager José “Huesito” Vargas vio cómo su escuadra “sufrió grandes transformaciones porque la dirección de la Liga determinó que peloteros como Julio Portilla, Suitberto Nápoles, René Portal, Ramón Boffil y Manuel ‘Gorrita’ Vázquez habían participado en la Liga de Pedro Betancourt y no se les permitió asistir a la gira, por lo que fueron sustituidos por beisbolistas de la capital”. Individualmente, se llevaron premios en el Todos Estrellas: Alejandro Castro (lanzador), Farid Pescoza (receptor), Nelio Tamayo (camarero), Ernesto Pérez (paracorto), Martos “Caballón” Álvarez (jardinero derecho) y Juan “Movimiento” León (líder de los bateadores y jardinero central).
Con Miguel Giró en funciones de asistente de Miguel Borroto en el Cuba B que jugaba en Italia, Arnaldo Ayala fue designado para sustituir al mentor de Los Cachorros en un periplo por Nicaragua en 1984, en septiembre. La XXIII Serie Nacional le había reportado a Holguín el octavo puesto, siendo la formación que más posiciones escaló respecto a su actuación anterior, de ahí que fuera estimulada y confrontó a la preselección nica que se alistaba rumbo al XXVIII certamen del orbe.
El colega Ernesto Rondón formó parte de aquella delegación como reportero y recuerda la intensa lluvia centroamericana que encontraron en esas fechas de máximo fervor sandinista. Rafael Castillo, desde el box, el domingo 23, se anotó el alegrón holguinero, 4-2, en el parque Roberto Clemente, de Masaya, sobre cuyo diamante se efectuó uno de los cuatro desafíos (de cinco planificados). Los otros encuentros, todos cedidos frente a Los Pinoleros, se llevaron a cabo en el “Héroes y Mártires de Septiembre”, de León. En aquel entonces se empleaba el bate de aluminio y seis holguineros promediaron sobre los 300 de average.
“Cuando algo en el batey nos iba mal, se recordaba el viaje a Michigan”, así el profesor Víctor Rolando Bellido rescata lo sucedido en el ‘51. Pocas provincias han tenido tanta representación beisbolera fuera de la Isla. Battle Creek, en Español “arroyo de la batalla”, fue eso, la batalla de un béisbol que defendió y defiende su bandera desde el Gran Estadium (hoy Latinoamericano) y el campito de Barajagua.
A ratos haciéndonos sufrir (como contra Holanda en el III Clásico), mas siempre creciendo “en medio de esa mítica”. / Por Nelson Alejandro Rodríguez Roque
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