viernes, 3 de julio de 2015

Los tres caballeros

Logo del American Baseball Congress
A René “El Baby” Bellido le amanecen los días bajo la sombra de matas de mango, Carlos Carrillo da sus caminatas matinales y Augusto “El Brujo” Ricardo huele al mar desde su sillón. No fueron profesionales del béisbol, pero mira que le saben. Jugaron la pelota entre clubes de centrales azucareros nororientales, en los ‘40 y ‘50.

Se unieron sus pasados en 1951, cuando el equipo de Báguano, monarca de la Liga Popular de Cuba, intervino en el Campeonato Amateur del American Baseball Congress, en la ciudad norteamericana de Battle Creek, en el estado de Míchigan. Estos tres caballeros son los únicos integrantes de esa novena que todavía viven en la provincia.

En el torneo estadounidense, podían participar jugadores que llevaban fuera de Grandes Ligas tres años, y después que un conjunto perdía dos partidos estaba eliminado. Entre 14 selecciones, extranjera solo era la baguanense, que se situó octava, con balance de un éxito y dos derrotas: la victoria frente al Chicago y los fracasos contra el Kalamazoo y el Oklahoma.
René Bellido / Fotos: NARR

Un “Baby” de 92 años
Habló de sus hijos Oscar y Rolando, quienes han hecho carreras intelectuales relevantes, y de su difunta esposa Ada Luisa. “Tengo pollos y conejos para criar”, dijo, para que desligara su veteranía de la inactividad. El otrora llamador de personal y trabajador del taller de carros de locomotoras narró cómo, en su juventud, llegada las 4:00 de la tarde, se iba al terreno. René Bellido (Santa Lucía, 1923), bateador de líneas de hombre de seis pies, fue jardinero izquierdo y primer bate del plantel.

¿Quién le puso “El Baby?
-Cuando fuimos a EE.UU., un inicialista de apellido Jackson, zurdo del Chicago, era tremendamente alto, de seis pies y tanto de estatura. Yo, con el brazo alzado, no le alcanzaba la gorra, y entonces me pusieron “El Baby”. Imagínense, al lado de ese gigantón, con mi tamaño mucho menor.

¿Cómo se organizaba la Liga Popular?
-Era seria, su presidencia radicaba en La Habana. Organizó a los equipos de esta zona a través de torneos. En 1950 (cuando se insertaron en la Liga Popular) nos dieron una “cañona”, pues contra el Club de Alistados del Regimiento Siete de La Cabaña, campeón de Occidente, nos quitaron el título. Si ganaba el Ejército los gastos del viaje a EE.UU., de avión y todo, corrían por Batista, y eso aliviaba económicamente.

En carros de línea, con capacidad para 25 personas más o menos, íbamos a jugar a otras localidades, ya que había vías férreas entre bateyes. La administración de los ingenios garantizaba transporte a Banes, Preston, Mayarí, Tacajó, San Germán... No cobrábamos por jugar, solo ganábamos los sueldos del trabajo. A los refuerzos que venían de otros territorios se les pagaba. Al entrar en la Liga Popular, Báguano se reforzó. Opiné que los que no eran de aquí tenían que ser mucho mejores que los nuestros.

¿Cuáles fueron sus características como jugador?
-Se me reconocía la defensa, fildeaba mucho y tenía buen desplazamiento. Así chiquitico, en una ocasión le cogí un batazo al cuarto bate del central Miranda y este me cargó hasta una cantina cercana y le dijo al dependiente que me sirviera toda la cerveza que yo quisiera. Jugaba el leftfield, pero me desempeñaba mejor en el center, lo que ahí teníamos a Lorenzo “Doly” París, quien en esa posición las capturaba todas.

Casi panamericano
Carlos Carrillo
Sus vecinos lo recuerdan como el cocinero de caldosas cederistas o por su afición a los periquitos “australianos” y conocimientos acerca de las propiedades curativas de las plantas que cultiva en su patio. Ese es Carlos Carrillo (Cueto, 1928), hombre vivaracho, elocuente, sencillo, de un corazón inmenso, fuerte físicamente y deseoso de vivir.

Casi fue beisbolista del seleccionado cubano que estuvo en los Juegos Panamericanos Buenos Aires-1951, porque formó parte de la preselección, a partir de formidables campañas en la Liga Popular y la Interprovincial Camagüey-Santa Clara. Espigado lanzador derecho cuya arma fundamental consistía en tirar curvas y sliders en las esquinas, en zona baja, Carrillo afirmó que para ganarle a Báguano “había que echar chispas”.

¿Qué significó para usted ir a Blattle Creek?
-En esa época, ya existía el amor a la patria. El reconocimiento fue una pelotica de béisbol en oro. Conservo la mía, pero el resto de mis compañeros, hasta donde conozco, no las tienen por una u otra razón. Estuvimos tres días viajando en guagua para llegar a Míchigan, desde Miami hasta Battle Creek.

Fue en septiembre y arribamos de madrugada, había un frío tremendo. Allí triunfamos en un juego (lo ganó Ibrahín Brull), y perdí uno que íbamos dominando; hubo un error con bases llenas en el séptimo inning y se nos fueron arriba. Fueron más de 20 días de estancia en EE.UU. Pasamos cerca del estadio de Cincinnati, donde los Rojos de esa ciudad jugaban esa noche.

¿Cómo llega al béisbol?
 -Nació conmigo, desde pequeño jugaba con otros muchachos de mi pueblo natal. En el Club Estrella, comencé a destacarme como pítcher, así que en Báguano me proponen jugar por ellos. Influyó la pelota en mi disciplina, por estar siempre con una buena salud en función del deporte. Nunca fumé, ni me permití excesos en la bebida. Sentía pasión por ella y por ella lo hacía todo.

¿Lograron desquitarse ante los del Regimiento?
-En la temporada siguiente, volvimos a imponernos en Oriente, tras vencer a San Germán en un choque extra efectuado en Tacajó. Me dieron un pelotazo en la cabeza que me tuvo fuera de juego por varios días. A los del Regimiento los derrotamos tres veces en Báguano y nos coronamos. Por eso obtuvimos el derecho a ir a Battle Creek.

“El Brujo” de Guatemala
Augusto Ricardo
Un fanático lo bautizó así, ya que sorprendía fácilmente a los corredores en la primera almohadilla. Era de Preston (actual Guatemala) y lo convocaron en Báguano en 1951, porque le pitcheaba muy bien a ese equipo. Ahora tiene a su hija Niurka como mano derecha y permanece en su casa frente a la Bahía de Nipe, un tanto disminuido de salud, pero de frente también a la vida.

Augusto Ricardo (Banes, 1923) presume de haber tenido buen control y una curva pronunciada, además de considerable velocidad en el corrido de bases. Fue el único tirador zurdo que hizo el viaje a Míchigan. Ricardo y Pedro “Preston” Gómez, primer latinoamericano que condujo un elenco en Grandes Ligas a tiempo completo, tenían gran amistad.

“Allá en Battle Creek fueron muchos recuerdos. Nos encontramos a algún que otro pelotero latino en los otros planteles. Nosotros lucimos muy bien. Como en la Preparatoria aprendí Inglés, entendía todo lo que se hablaba o los carteles. Jugaba mucho baloncesto y a eso le atribuyo mis habilidades para correr la vuelta al cuadro en 15 segundos”, declaró.

¿De qué manera se jugaba la Liga Popular?
-En la Liga Popular, había actividad los domingos, a veces dobles juegos, a veces sencillos. Al estadio de Báguano acudía mucho público, se llenaba como ninguno de la región oriental. Como mecánico tenía trabajo en tiempo de zafra y decidí jugar con Báguano, porque a los que veníamos de afuera nos pagaban y aquella época se las traía. Para poder uniformarnos hacían fiestas populares. Esa liga cada día ganaba en competitividad y a las nóminas las reforzaban.

¿Hasta cuándo estuvo activo?
-Lancé hasta el '65, con interrupciones. Llegué a trabajar en la Serie Provincial Oriental y me convocaron a un entrenamiento en Baracoa de una preselección. Aprendí a jugar pelota porque los golpes y el interés me enseñaron. / Por Beatriz Fernández y Nelson Rodríguez

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