martes, 6 de noviembre de 2018

Takechi, Rafelito y “Kendry”

Takechi, en plena faena. / Foto: Carlos Rafael
Takechi, Rafelito y “Kendry” son muchachos con características especiales. Pero lo que los hace singulares es su apasionamiento beisbolero. Estos jóvenes holguineros viven como nadie las incidencias de nuestro pasatiempo nacional.

El primero, a todas luces nacido en el apogeo de Oshin en los noventa en Cuba, se caracteriza por no separarse de su tabla de anotaciones en cuanto juego presencia, ya sea de la Serie Nacional, la Liga Azucarera o la Serie Provincial. Bajo sol, con la lluvia andando, ni así detiene sus compilaciones y las señas impartidas.

A veces me pregunto cómo se las ingenia para enterarse de horarios y sedes de los partidos, de coordinaciones de transporte, a fin de aparecerse en Marcané, Las Tunas, “Cristino Naranjo”… es “omnipresente”.

Seguro está lejos de ser un experto estadístico, mas los invito a preguntarle cualquier dato y se sorprenderá de la precisión de estos. Recomienda cambios en las alineaciones de Noelvis González y hasta puede atreverse a señalarle a Orelvis Ávila la mejor opción en la próxima apertura sobre el box.

A Rafelito lo conozco hace años. Es pariente de un amigo mío. Le gusta estar encima del banco de los planteles visitantes y apoyarlos, aunque en el fondo es fanático de Los Cachorros. Sueña con integrar el equipo Cuba y, en cada Serie, se lamenta de que lo excluyen de la preselección de Holguín.

Incluso pensó irse a Matanzas, cuando Víctor Mesa les abrió las puertas a peloteros de todas las provincias, o a Industriales, tras la llegada del villaclareño al puesto de mando capitalino. Es amigo de muchos jugadores de otros territorios, quienes, al arribar a La Ciudad de los Parques, preguntan por él o van a su casa.

Su memoria es precisa, y ni hablar si se trata de actuaciones holguineras. Suele hacer declaraciones ocurrentes, varias de estas cargadas de humor e ingenuidad, sin maldad alguna. A veces sus criterios chocan con los de Takechi; sin embargo, eso no quiere decir que prime la enemistad.

“Kendry” le debe el sobrenombre a su admiración por el slugger cubano que ha brillado en Grandes Ligas. Le importa poco estar pasado de peso, algo que trata de corregir mediante la práctica cotidiana de pelota, casi siempre en el “Feliú Leyva”.

Va al estadio Calixto García de completo uniforme, con guante y bate incluidos, esperando le den oportunidad de pararse a batear o lanzar alguna que otra entrada. Por cierto, prefiere pitchear, y lo he visto hacerlo: es un serpentinero más de control, que de velocidad.

También cuestiona por qué lo dejan fuera de diversas novenas año tras año, aun cuando los números lo acompañan, desde los tiempos en que “Tico” Hernández dirigía a los holguineros. Esto, por supuesto, le ha impedido dar el salto al elenco de las Cuatro Letras, según su criterio. Es, igualmente, seguidor empedernido de la formación holguinera, cuyas apariciones en casa trata de acompañar.

Este trío forma parte valiosa del entorno del “Calixto García”. Pero, sobre todo, está conformado por seres humanos y hay que abordarlos de forma respetuosa. No se trata de dejar de intercambiar con ellos, bromear sanamente y conversar de béisbol, al fin y al cabo ese deporte es centro de sus momentos de felicidad. 

Solo que en la vida existen límites y, en ocasiones, algunos se sobrepasan y hasta llegan a ofenderlos de diversas maneras, sin percatarse de la vulnerabilidad de sus mentes. Hay muchas formas de maltrato y el hecho de ridiculizarlos es una de ellas. Takechi, Rafelito y “Kendry” merecen consideración. / Por Nelson Alejandro Rodríguez Roque

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