sábado, 16 de abril de 2011

La Sartén por el Mango / Nelson Alejandro Rodríguez Roque

Se “le encendió la chispa”. Un reportaje televisivo le sirvió de palanca. Diseñó en su mente. Elaboró planos. Buscó chatarras y soldó pieza por pieza. Árabes, griegos y egipcios habían “patentado” la idea desde que al Mediterráneo lo medían como océano y las momias partían con sus tesoros. Pablo Pupo combinó invenciones, las cuales habrían causado espanto futurista en la Atenas de los ungüentos. Al Norte de la ciudad de Holguín, en el Consejo Popular El Purial, junto a Jorge Marrero, opera una minindustria de aceite vegetal. Comenzaron en noviembre de 2010, cuando prensaron los primeros maníes.
Para no andar a ciegas, los dos asociados a la CCSF José Antonio Echeverría viajaron a Ciego de Ávila y Granma, donde encontraron experiencias similares y conocimientos sobre el tratamiento de la soya, cuyo aceite es el más producido y comercializado actualmente en el mundo: la tonelada se valora en mil 442 dólares.
Campesinos de cooperativas próximas y de otros territorios les suministran girasol, corojo y ajonjolí; mas todavía hay poca cultura de desarrollo de esas variedades, comenta Mayelín Font, esposa de Pupo. Ella ayuda a envasar el líquido y etiquetar botellas, además de sumarse al trabajo con los equipos.
Están acompañados en la provincia. Yosvani Almaguer, vecino de Sao Arriba y otro de los “aceiteros”, manifiesta: “El proceso es simple, empieza en el campo luego de la cosecha. Los cultivos requieren de una limpieza general, porque son para consumo humano. Utilizamos dos semanas en la etapa de secado, así tenemos materia prima de óptima calidad. Algunos deben pasarse por la descascaradota”.
“Luego, se llevan hasta la máquina, sin que medie ningún producto químico e inicia la extracción. Se aprovechan los subproductos en el pienso animal. Esto último necesita también un molino que triture cáscaras de maní y soya. Aves y cerdos suben de peso si se añaden complementos alimenticios tan ricos en proteínas.
“La hidrogenación es totalmente al fuego y con agua, para higienizar. Las pocas impurezas que puedan quedar se adhieren a las paredes del recipiente. Se han hecho pruebas de laboratorio, a fin de demostrar que nuestros aceites pueden ser comestibles. Ya hemos recibido el sí de los de ajonjolí, maní y girasol. Estamos a la espera de la de soya, porque la investigación toxicológica se hará en La Habana”.
Al corriente del alza del precio de los alimentos, debido al apetito de los vehículos con motor y las especulaciones mercantiles, Yamilé Cruz, presidenta del Consejo Popular, explica que los más de 5 mil consumidores de El Purial utilizan 1,3 toneladas de aceite mensual, por lo que si Pupo y Marrero fueran abastecidos constantemente y trabajaran sin interrupciones
– durante 10 ó 15 días –, pudieran sustituir allí importaciones de ese producto de la canasta básica.
Incluso después de prensarlo, Pablo Pupo y su compañera no desechan el maní (un quintal da 22 botellas de aceite); sirve para hacer pasticas o turrones, aunque con agregados, al perder la grasa original. Otro que se las trae es el ajonjolí, con tres botellas más por similar cantidad.
Los caminos nos condujeron a Cuevitas, donde, en media hectárea, el productor Miguel Rojas incursiona por primera vez con plantaciones de girasol, cuya siembra debe hacerse en épocas cálidas, para lograr mayor rendimiento. “Si la cosecha sale bien, continúo”, dice mientras muestra un puñado de semillas de la flor.
Habla bajo y camina despacio, Esther Herrera se une al aceite en la cocina, pero no puede mezclarse con los quehaceres de su nieta Mayelín. “Eso es especial para freír cualquier vianda, no importa que sea plátano o boniato. Siempre huele bien”, asegura, y le creo desde la apreciación de sus 84 años y su atareo culinario.
Abuelas como ella cogerían la sartén por el mango con sólo expandir estas minindustrias, proporcionarles soya, maní, girasol…y abrirles espacio en los puntos de venta. Preferibles a las grasas animales, las oleaginosas cubanas no tienen nada que envidiarles a las faraónicas.

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