jueves, 2 de septiembre de 2010

La Edad de la Peseta / Nelson Alejandro Rodríguez Roque

La fraternidad reinó sobre la rivalidad. Foto: XINHUA
La adrenalina hizo buenas migas con el esparcimiento: una de cada cinco personas del mundo es adolescente, de ahí que los Primeros Juegos Olímpicos de la Juventud hayan venido como anillo al dedo. El tramo donde las hormonas “se desencadenan” halló en el deporte el estirón hacia la adultez.
Alrededor de 3 mil 600 atletas de 204 países, entre 14 y 18 años, le dieron vida a una competencia múltiple parecida a su progenitora; aunque de características disímiles, propias de la frescura y aptitudes de ese grupo etáreo.
Rompieron la rutina el baloncesto de tres contra tres (en una sola cesta), los relevos mixtos de triatlón y natación, entre otras pruebas, cuyos parientes forman parte del programa para mayores. Los muchachos se salieron del guión en 26 disciplinas que acogió Singapur, la ciudad-estado, uno de los Tigres Asiáticos, la urbe de los Tres Leones, el cuarto centro financiero del orbe.

Un sitio pintoresco que, en 12 días, pasó de ser puerto en apogeo a isla de éxitos, amenidad y acercamiento cultural. Aun con esos truenos de crisis económica mundial y enterados del polémico gigantismo en citas estivales, los organizadores prepararon “la descarguita” al detalle, pues los momentos de inauguración y clausura rompieron esquemas.
Todo salió a pedir de boca, Jacques Rogge, presidente del COI, promocionó la saga en Nanjing-2014, China, e Innsbruck-2012, Austria, sede de la edición invernal. Al belga se le hizo realidad su sueño -trazado en 2001-, por eso le otorgaron la paternidad del certamen, el cual nunca cedió alcance ni brillo ante la Liga de Diamante de Atletismo, el Grand Prix de Voleibol femenino o el recital de torneos y partidos amistosos de pretemporadas futbolísticas.
La FIFA invitó selecciones “exóticas”, en los dos sexos -de la categoría sub-15-, iniciativa criticada con vocablos como subestimación. Si la idea era innovar, ¿qué tuvo de negativa una final entre chicas de Chile y Guinea Ecuatorial o la definición de bolivianos y haitianos? Claro, el espectáculo hubiera tenido otros ribetes de haberse dado un duelo “de pedigrí” balompédico, Brasil contra Alemania, España, Holanda…
Pero incluso en esta ocasión de rescate de valores, conocimientos medioambientales y fomento del juego limpio, hubo papeles secundarios de protagonistas tradicionales: EE.UU. concluyó en el puesto 13 (cuatro medallas de oro), Australia -segunda delegación más numerosa, después de la anfitriona- y Japón quedaron por debajo de sus expectativas. Quizás, los estadounidenses equivocaron la estrategia y dejaron la artillería pesada en casa.
China le soltó las riendas a sus esperanzas olímpicas y dominó el medallero, tanto en las decisivas preseas doradas como en el total. De Rusia supimos por la segunda ubicación que relegó a Corea del Sur y Ucrania a la tercera y cuarta casillas, respectivamente.
El relevo sobresaldrá en Londres-2012 y Río de Janeiro-2016, por lo que sería errado bajarle el perfil a la versión juvenil. Las semillas en Singapur darán cosechas abundantes. Cuba tomó en serio las lides clasificatorias y preparó 43 jóvenes que regalaron un admirable quinto lugar. El trío de boxeadores recordó al “Buque Insignia” de Barcelona-1992 y el atletismo tuvo en Norge Sotomayor (400 metros con vallas) y Radamé Fabar (triple salto) a dos campeones “fuera de liga”.
Leidi Maura Moya, de pentatlón, estrenó el podio criollo en esa especialidad tan poco difundida, de relevancia en naciones desarrolladas, principalmente europeas. Los ejercicios a manos libres en la gimnasia artística nos reportaron el primer título, a través de las ejecuciones de Ernesto Vila; Osvaldo Sacerio, de canotaje, cumplió con creces. El atacador auxiliar Wilfredo León y sus compañeros del elenco masculino de voleibol obtuvieron la única corona colectiva, derrotando dos veces a Argentina, que asistió por derecho propio, luego de eliminar en Sudamérica a brasileños y venezolanos. El taekwondo, la lucha y el levantamiento de pesas se abrieron paso y las posiciones del resto de los representantes fueron decorosas, amén del apego al reglamento, la prevención del dopaje y la actitud ejemplar.
La embajada antillana rindió una gran actuación, a miles de kilómetros de distancia, adaptándose a varias horas de diferencia en el huso horario, enfrentando oponentes que ya son realidades, como el precoz clavadista chino Bo Qiu. Además, hubieran sido 10 los metales áureos -un tercio de los conquistados por China-, al contabilizar al yudoca Alex García, integrante de un equipo multinacional.
"Es necesario brindar educación (…) en una edad en que son receptivos. Deseamos darles las habilidades para su vida futura, no sólo habilidades en deportes sino también más allá", expresó Rogge. Y aunque los cubanos le reprochamos su antipatía beisbolera, ahí sí estamos de acuerdo.

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