Jorge Cruz dejó de jugar a principios de los noventa. / Foto: NARR |
Santiaguero aplatanado en Holguín – nació en Palma Soriano en 1960 –, vino con su familia para Banes cuando era adolescente. Integró seleccionados juveniles de la Isla en los mundiales Argentina '77 (plata) y Venezuela '78 (oro), y contribuyó a que nuestro territorio ganara su primer oro en un campeonato del país en esa categoría, bajo las órdenes de Miguel Giró.
Muy joven, debutó ante Las Tunas en el “Mella” en Series Nacionales, en las cuales se mantuvo por 16 temporadas, todas representando a Los Cachorros, a pesar de recibir invitaciones para militar en Santiago de Cuba, Villa Clara e Industriales.
En el orden defensivo, no sobresalía por desplazamientos ni habilidades, y quizás ser tan alto lo afectaba al fildear; sin embargo, tuvo un buen nivel y excelente brazo. En una encuesta de ¡ahora!, resultó el tercer pelotero que mayor cantidad de votos de aficionados acumuló en el Todos Estrellas Histórico de Holguín, y en par de oportunidades disparó tríos de bambinazos en un juego; en “Maceo” le anularon de manera polémica un cuarto.
La delgadez desapareció, mas está en un peso adecuado, y trabaja en el combinado deportivo B, de La Capital Arqueológica, aunque a “media máquina”, pues se operó en agosto último de una hernia inguinal. Su mente anda perfecta, pero las fechas se las recuerda el amor de su vida, Luisa Rosabal, madre de sus dos hijos, licenciados en Cultura Física.
“Ella casi crió a los niños sola, mientras yo andaba jugando pelota. Imagínate, seis meses de licencia deportiva”, aclara en la sala de su casa, mencionando a las glorias deportivas y junto al General de Ejército, en la foto de una Tribuna Abierta. Se da balance, respondiendo, el flaco que daba palos y asombraba a “Cheíto”, Víctor Mesa, Casanova o Gourriel.
De haber jugado en otra etapa, inclusive en la actual, varias personas opinan que hubiera tenido más oportunidades de representar a Cuba. ¿Qué me dice sobre eso?
-Pude haber integrado más equipos, pero en aquellos años solo un seleccionado nacional viajaba. Tenías que rendir en la Serie Nacional, después tener la oportunidad de jugar la Selectiva y ganártela en un entrenamiento. Conmigo fueron severos, aunque es cierto que coincidí con estrellas de mi posición, como por ejemplo, Agustín Arias. Por ello mis primeras siete Selectivas las pasé casi de turista, no me daban chances. Fue con 25 ó 26 años que al conformarse Mineros (formado por beisbolistas de Holguín, Las Tunas y Granma) me di a conocer, mas entonces decían que ya era veterano.
En una Serie Nacional, bateé 355, con 16 jonrones, y esta me dio paso a la Selectiva, donde acumulé 376 y 18 cuadrangulares, me llamaron a un “Cuba B” de invitado y fui a Nicaragua y a la isla de San Martín. El coeficiente JAS (ideado por Bobby Salamanca) me favorecía, pero me tuvieron en cuenta porque el torpedero de Las Villas viajaría con su elenco a México y entonces me invitaron. Ya retirado, en 1995, estuve en un Campeonato Nacional en Colombia por unos cuatro meses, con alrededor de 40 glorias, y también como jugador activo participé en giras de Orientales (1981) y Holguín (1984) en Nicaragua.
¿Ubicarlo en los jardines fue una opción para que sus posibilidades aumentaran?
-Un entrenador de Villa Clara, Pedro Moré, jugando en Granma una Selectiva, me comentó que yo era muy alto para el campocorto y debía probar en los jardines. Lo consideré y se lo transmití a Héctor Hernández, él me dijo que sí y jugué una Copa Granma, en la cual hice el Todos Estrellas, pero Héctor se me acercó en la Nacional y me habló de la necesidad de que retornara a mi posición habitual, toda vez que presentábamos dificultades ahí. Acepté por darle una mano al equipo y cometí, como quien dice, el fallo más grande de mi vida. Me fui quedando como torpedero y no me interesé por trasladarme hacia otro puesto.
En 2002, Holguín ganó su único título de Cuba, plantea Héctor Hernández, manager campeón, que no era descabellada su presencia en aquel plantel como designado o emergente…
-Pienso a veces que pude haber jugado mucho más, pero cuando me excluyeron de la preselección nacional del “Cuba” se me fue el mundo, perdí las ganas de jugar, me desconcentraba al punto que me paraba a batear y no le tiraba a nada. Cuando aquello no habían psicólogos como ahora. Me desmotivé y le hice rechazo al juego de pelota. “Tico”, incluso, llegó a decirme que en el equipo Holguín campeón yo hubiera podido ayudar. Veo peloteros que han jugado longevos, como Enriquito Díaz o Manuel Benavides.
El asma, después que yo pasaba de Villa Clara hacia Occidente, me golpeaba. La gente me decía: ‘Jorge eso es psicológico’, y qué va, el frío me afectaba. En algunas oportunidades fueron hasta dos y tres subseries sin jugar, estando bien al bate, y cuando retornaba ya no era lo mismo, perdía la forma física.
¿Hacía algún ejercicio en específico que le permitiera botar pelotas?
-Los profesores me indicaban hacer pesas, o marcaje de pesas, como le llamábamos nosotros, pero sufría porque al otro día sentía dolores intensos. Héctor me indicó que no hiciera más ese ejercicio, porque me dañaba y los brazos me pesaban, además como quiera daba jonrones. Con el tiempo las fui haciendo suave, aunque no como otros atletas que sí trabajaban duro en el gimnasio. Una vez, Julita Osendi, en La Habana, en la temporada de 16 jonrones, me preguntó a qué se debían mis jonrones sin ser tan corpulento, y se me ocurrió contestarle que hacía muchas pesas, y Héctor, que estaba cerca, se rio y bajó la cabeza. Mi fuerza era natural.
¿Por qué vivir en Banes, cuando la mayoría de las estrellas del deporte residen en las cabeceras provinciales o la capital del país?
-El difunto Ayán Cudeiro, entonces comisionado provincial, me habló sobre si quería vivir en la cabecera, pero a mí siempre me agradó Banes. Soy una gente que no me gustan las largas distancias y me siento bien aquí. Aunque tampoco vinieron otras propuestas. Mi vivienda me la dieron en el reparto Nuevo Banes, es un apartamento que al principio era temporal, pero que conservamos todavía.
¿Siente que se le tiene presente?
-Fui el otro día al estadio Calixto Gracía y no me identificaron, me cobraron la entrada. Dejé de jugar y Jorge Cruz se le olvidó a muchos, ni siquiera un acto de retiro oficial me han hecho en Banes o en el “Calixto”. No sé qué tiempo hace que estoy solicitando teléfono y siempre es un pero, evasivas, papeles. Son cosas que duelen, las atenciones hacia mi persona han sido pésimas. La afición sí me recuerda. Lo poquito que fui no me hace superior a nadie, creo que me granjeé el respeto con mi conducta diaria. / Por Nelson Alejandro Rodríguez Roque
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