miércoles, 5 de marzo de 2014

Dio también pa' Comandante

"El Látigo" falleció a los 21 años.
Una decisión fue consecuencia de otra. “El Carajito de Sabaneta” terminó presidente de los pobres y de todos los venezolanos. Chávez ingresó en la Academia Militar “porque quería ser pelotero profesional”. Abandonó la idea, sin embargo nunca se apartó del home plate. Eligió ir tras los sueños de El Libertador y dio también pa' Comandante.

Visitó la tumba de su ídolo, Nestor Isaías “El Látigo” Chávez (fallecido en un accidente aéreo el 16 de marzo de 1969), a quien dedicó palabras de cadete: “Perdón, perdón (…) ya no voy a seguir ese camino. Ahora soy soldado”. Los que han visto documentales o leído materiales, donde Hugo se refiere al otro Chávez, indagan en por qué tanta admiración. “El Látigo”, cuando le faltaban pocos meses para cumplir 22 años de edad, viajaba en un avión que se estrelló en un caserío cercano al aeropuerto de Grano de Oro, en Maracaibo, estado de Zulia. 

Al adolescente que le siguió los pasos magallaneros, por la revista Sport Gráfico y un radiecito de pilas, y después pintó su rostro, colocó el dibujo al lado de la cama, e ideó una oración, el mundo se le vino encima. Pítcher derecho de control, inteligencia en sus envíos y muy espigado, Néstor Isaías alcanzó notoriedad defendiendo a Los Navegantes de Magallanes. El 9 de septiembre de 1967, pasó a ser el venezolano número 15 en ascender a las Grandes Ligas estadounidenses, al representar a Los Gigantes de San Francisco versus Los Cachorros de Chicago, durante una entrada. El Novato del Año en la temporada venezolana 1964-1965 logró 44 victorias en Ligas Menores y 19 en una efímera presencia de cinco campañas en Venezuela. Recetó 247 ponches en campeonatos invernales, además de doblegar, en rol de relevista, a Los Filis de Filadelfia, tres semanas después de su debut grandeliguista.

Aunque su sobrenombre se debió a la fuerza de su brazo, arrastraba problemas en el codo, los cuales le imposibilitaron continuar en el ‘68 con Los Gigantes, quienes lo destinaron a categoría Triple A. Todo esto agravado por 113 capítulos de actuación en la temporada de su país. Se operó y logró recuperarse, mas quiso regresar a Las Mayores y la tragedia del ‘69 lo impidió. Algunas bibliografías, a raíz del desenlace fatal, manifestaban que pudo haber ganado hasta 15 pleitos por justas en Grandes Ligas, y lo comparaban, en buena medida por la manera de levantar la pierna al tirar, con Juan Marichal, monticulista dominicano miembro del Salón de la Fama de Cooperstown y quien más triunfos acumuló en la década del ‘60.

Su última aparición ocurrió el 11 de febrero del ‘68, en un partido en que se anotó el éxito, enfundado en el uniforme de su patria, frente a una selección puertorriqueña donde figuraba, en su despedida de territorio morocho, el gran Roberto Clemente. Como mismo los aficionados de las primeras Series Nacionales madrugaban en los estadios para ver a Manuel Alarcón contra Industriales, mandando a cerrar la Trocha, en Venezuela las concurrencias crecían al anunciarse al nacido en Chacao, estado de Miranda, de abridor ante Los Leones de Caracas (principales contrarios de Los Navegantes) o cualquier otro representativo. El relato de la noche, en que el Comandante Presidente celebró el escón de ponches de “El Látigo” – con las bases llenas – a una toletería melenuda bastante fiera, está incluido en el libro Cuentos del Arañero.
Chávez y Fidel en un encuentro de béisbol.

Entonces el otro Chávez estuvo en aquel juego de noviembre de 1999, en el Latinoamericano, porque su alumno le hizo quedar bien lanzándoles a veteranos de la Isla y miembros de la escuadra cubana campeona panamericana de 1999, dirigidos por nuestro Comandante en Jefe. Toleró tres carreras en seis episodios y se dio el gusto de conectarle un jit impulsor a José Ariel Contreras. Se dio el gusto de amistar aún más a Cuba y Venezuela. / Por Nelson Alejandro Rodríguez Roque

Ver video: El béisbol une a Cuba y Venezuela.

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