Caricatura: Rafael Alarcón |
Conociendo que aficionados a nuestro pasatiempo nacional todavía asisten a los estadios solo para ver innings y consumir algún que otro producto gastronómico, se hace poco en función de insertar otras ofertas, cuyas apariciones redondearían el juego de béisbol y su significado sociocultural. En el Latinoamericano, existía (desconozco si permanece allí) una pequeña tienda donde vendían bates, guantes y pulóveres de planteles de la Serie Nacional, entre otros artículos. Sin embargo, en Holguín jamás hemos creado una instalación de ese tipo, porque al INDER se le impide, dado su objeto social, impulsar la comercialización.
La idea no sería convertir el estadio en un negocio. |
Cabría preguntarse por qué otros organismos o empresas, con pleno conocimiento de la demanda de souvenires como postales de peloteros, mascotas, banderitas, folletos estadísticos, uniformes o franelas, y observando las facilidades de la actualización del modelo económico de la Isla, han desaprovechado el entorno deportivo. ¿Será insostenible organizar ferias en un espacio al que concurren miles de personas de todas las edades, incluidas muchas mujeres?
Una observación sobre el asunto la ofrece el colega Reynaldo Cruz en su blog Universo Béisbol: “Cuando comenzó mi pasión, hacia 1993, comenzó también mi curiosidad por las tarjetas postales coleccionables. Era muy difícil para mí como niño – de hecho, aún lo es – conseguir estos curiosos artículos que levantan la torre de un hobby casi tan antiguo como el juego mismo, y que cautiva desde niños hasta ancianos”.
Se colocó una pantalla que amplificó en las afueras del “Calixto García” la señal del partido que transmitía la televisión en ese terreno durante la segunda parte del torneo pasado (se hace así en Matanzas desde que Los Cocodrilos están en la élite), mas esa opción debió estar animada por profesionales y disponer de bebidas y alimentos, a precios asequibles como valor añadido. Cuesta comprender que mascotas – aquí ya tenemos una –, porristas y agrupaciones musicales son parte de la fiesta, cuya única finalidad es divertir junto a jonrones y ponches.
Foto: Ismael Francisco |
“La promoción de ventas debe desarrollarse para que el cliente ubique al producto y (o) servicio del negocio en el mercado, y podría manifestarse, por ejemplo, mediante muestras gratis, ofertas de lanzamiento, participación en eventos socioculturales, educativos y deportivos que se desarrollen en la zona donde está enclavado el negocio, así como la utilización de vallas divulgadoras...”, refiere la profesora universitaria Librada Taylor, en su libro ¿Yo...? ¡Cuentapropista!.
¿Cuántos libros o publicaciones de pelota (como la Guía Oficial) u otras disciplinas presentamos en el Museo Provincial del Deporte, cuando se desarrolla el campeonato o fuera de calendario? ¿Será suficiente y de calidad (se considera que el factor clave de éxito es esta) la gastronomía estatal, comparada con la de los cuentapropistas? ¿Habrán reconocido nuestras cadenas gastronómicas la competencia que significan pizzas mejor elaboradas o panes con lechón asado y maní tostado en abundancia? ¿Podrán, como se hizo en los noventa, algunas fábricas holguineras (la de Cerveza y la de Cigarros, por ejemplo) tener anuncios en las cercas del campo de juego, o lo que es lo mismo, hacer publicidad pagando un impuesto? ¿Hemos estimulado la elaboración de implementos e indumentaria en la industria deportiva local o en el sector no estatal?
En Cuba, el deporte también pudiera rendir económicamente y así generar recursos que le resten carga al estado y a los gastos sociales. Maneras, oportunidades y fortalezas no pueden sonar a “malas palabras”. Si le escondemos la bola al marketing y las fórmulas de autogestión, estaríamos negándole un favor al béisbol, que seguirá siendo algo más que strike cantado. / Por Nelson Alejandro Rodríguez Roque
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