Un televidente proponía uno de los temas. ¿De la América Insular? ¿Cuba? ¿Suceso de nuestras Guerras de Independencia? ¿En el territorio oriental? Las preguntas le cerraban el cerco al moderador, despojado de enigmas.
Acertó el Doctor en Ciencias Históricas. Era la primigenia Carga al Machete, un sargento dominicano, convertido luego en Generalísimo, y sus mambises, habían derrotado a dos compañías españolas el 4 de noviembre de 1868, en Pinos de Baire.
Otro Escriba y Lea de lunes en la noche, otro para subir “el average” de Félix Julio Alfonso López (Santa Clara; 1972), también investigador, ensayista y profesor universitario, autor de volúmenes como La letra en el diamante (2005), La esfera y el tiempo (2007), Con las bases llenas...Béisbol, Historia y Revolución (2008), Los placeres de la Historia (2010), entre otros, quien, de visita aquí como presidente del jurado que otorgará el Premio de la Ciudad en la categoría histórica, encontró espacio en su programa de actividades para divulgar anécdotas tan escondidas como la del veinteañero bayamés, posteriormente Padre de la Patria, que apuntó mejor que unos nobles ingleses, tras llevarse la presa en una cacería de zorros.
“No se puede escribir la Historia sin las esencias de la cubanía. Uno tiene que darle placer a los lectores. La Literatura nos ayuda a pensar, a escribir mejor, tener ideas coherentes y desentrañar los aspectos más oscuros de la sensibilidad humana”, expresó en la presentación de Los placeres... en la sede de la UNEAC, concurrida a propósito de la celebración de la Semana de la Cultura Holguinera.
“Los novelistas históricos tienen que conducirse en esa cuerda floja que va de la verdad a la mentira. Estos artículos dispersos abordan pasajes de figuras conocidas”, aclaró sobre el ejemplar, el cual seguro pasará a libro de cabecera de los presentes.
“Estuve en Gibara y me maravilló su recuperación, después de haber sido bien dañada por el huracán Ike. Su centro histórico, Monumento Nacional, está pintado y se aprecia un gran cambio. Me impresionó el Museo de Ciencias Naturales”, afirmó, como recordando sus funciones de vicedecano docente del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, institución básica en el proceso restaurador de la parte más antigua de la capital, cuyo programa de estudios prepara a alumnos de esa urbe; aunque, con la actual construcción de una residencia estudiantil, pudiera, en el futuro, recibir a jóvenes de otras provincias.
Clío, la mitológica musa del ayer, lo ha llevado a investigar sin discriminar ninguna etapa del béisbol cubano (amateur, profesional o semiprofesional), pues para él es uno solo, con una trayectoria superior a los 140 años, que no aparece en ninguna bibliografía docente del país. Por ello se ha empeñado en llenar ese vacío, asimilándolo desde la sociedad.
“De lo contrario estaría fuera de contexto y menospreciaríamos un símbolo profundo de la nación”, señaló el villaclareño, que recibió de manos de un tío, entrenador en el “Sandino”, sus primeros guantes y bates y en la niñez tenía como ídolos a Antonio Muñoz, El Gigante del Escambray; “Cheíto” Rodríguez y a los elencos de la región central. Aboga por una concentración de la calidad en los torneos beisboleros domésticos, que no siempre deben responder a demarcaciones geográficas en cuanto a equipos se refiere, y no ve en las transmisiones de fútbol foráneo a un enemigo de nuestro pasatiempo nacional.
En Escriba y Lea lo acompañan en el panel los Doctores María Dolores Ortiz y Ángel Pérez Herrero, ambos holguineros, quienes lo aconsejan e impulsan. Llegó como suplente en 2001, mas, a partir de 2008, ha asistido constantemente. “Aportamos desde nuestros respectivos saberes, para mantener la popularidad de un programa que, en diciembre pasado, cumplió 42 años. Es un reto que nos compromete a prepararnos en la continuidad de la misma vida”, manifestó.
De la Doctora Ortiz destacó su ética y generosidad, tan significativas como sus conocimientos. Pérez Herrero fue su profesor de Historia Social de la Literatura del Arte en la Universidad. Allí, cual buen pronosticador, este lo bautizó como El Primer Bate, ya que el discípulo se adelantaba a levantar la mano frente a las interrogante.
“Cada vez que me inviten a Holguín volveré, es mi tercer viaje a esta ciudad. Admiro a este pueblo y tengo muchos amigos acá”, comentó, dándole más vueltas a la esfera (¿acaso a la Mizuno 200?) en el tiempo.
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