Tiene alma de mariachi. Sus ídolos, Pedro Infante y Jorge Negrete. Amante de rancheras y boleros. Para él lo mejor se escuchó en la segunda mitad del siglo pasado. Supera en estatura a los charros de las películas.
Su casa de la calle Pepe Torres, entre Frexes y Aguilera, no tiene cactus ni desiertos, sino guanábanas, guineas y cañas media luna, pero se llena de amigos para cantarle “acuérdate de Acapulco” a María Félix, la hermosura que flechó a Agustín Lara. Solo faltan murales y tragos de tequila.
Hojea un álbum de fotos: excursiones a Bayamo, Las Tunas y Cayo Bariay. Es organizador de una peña de música mexicana. Cuyos integrantes conmemoran cada aniversario del Grito de Dolores, reclamo libertador frente al dominio español, en 1810.
“Pensar que a mí me sacaron de la tumba”, dijo, cruzó los brazos y miró hacia el techo. A Jorge Luis Zaldívar Pérez lo salvaron en el Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez. De la sala Cuarto B (Dermatología) salió totalmente “pa’ acá”, en diciembre del pasado año.
Los achaques lo jubilaron de una brigada de la Construcción Civil en 2002, donde fungía como ejecutor de obra de la División Mambisa. Desde los 32 años de edad (tiene 55), ha sido paciente de Reumatología por artritis reumatoidea (AR), enfermedad del sistema osteomioarticular, y gota. En octubre último, para contrarrestar los efectos de la primera, ingirió, previa indicación médica, tabletas de Metratexato de 2,5 milígramos, inmunosupresor que, incluso bajo rigurosos estudios anteriores y dosis exactas, puede causar reacciones adversas previstas.martes, 24 de mayo de 2011
De Vuelta entre los Vivos / Nelson Alejandro Rodríguez Roque
Esa medicina importada – muy costosa en el exterior y gratuita para pacientes en Cuba –, actúa como antinflamatorio y es recomendada a fin de frenar daños en las articulaciones, propios de la AR, padecimiento crónico de causa multifactorial.
Después de alrededor de 72 horas de tratamiento, suspendido por una gastritis medicamentosa, asistió a un encuentro de la peña en la Casa Natal de Calixto García. Se sentía decaído, casi no podía hablar ni comer, pero forzó las cuerdas vocales y cumplió con sus compañeros. Por la tarde, junto a Ana Isabel Riandez, su esposa, fue al Hospital Lenin y lo valoraron en Otorrinolaringología y Máxilo Facial.
Luego, ante la aparición de lesiones por todo el cuerpo, Ana Isabel lo convenció y se dirigieron al Clínico Quirúrgico. Los médicos decidieron ingresarlo, al producirse una reacción medicamentosa con características de estado agudo y descompensación de su enfermedad.
Enseguida se procedió a una atención priorizada por parte del personal de Dermatología y Reumatología, a los que se unieron especialistas de Hematología, Gastroenterología e intensivistas, todo un equipo multidisciplinario. La terapéutica que se aplicó fue de cuidados intensivos. La acción de enfermeras, médicos y el resto de los trabajadores de la sala, incluyendo pantristas y auxiliares de limpieza, influyó mucho.
“Empleamos un tratamiento para eliminar lesiones de piel mediante cremas antibióticas y otras soluciones, con el objetivo de evitar que, por el estrés del proceso dermatológico, la gota cayera en crisis”, manifestó el doctor Eduardo del Campo, especialista en Reumatología.
El doctor Alberto Velázquez, de la misma especialidad, explicó que protegieron la mucosa gástrica, en la cual Jorge Luis tenía úlceras que podían derivar en hemorragia, un sangramiento digestivo estaba latente. Además, lo trataron con antibióticos endovenosos, de amplio espectro, para evitar una sepsis generalizada.
“La inflamación de la mucosa del tracto digestivo provocó que durante varios días se alimentara por vía endovenosa. Usamos esteroides y combatimos los efectos del Metratexato. Al principio, la comunicación con él era por gestos, ya que las aftas en la boca le impedían dialogar y la sensación de ardor lo afectaba y le provocaba dolor. Casos como ese nunca habíamos visto ninguno, a pesar de que no hay medicamentos inocuos y siempre se piensa en el riesgo-beneficio. La coordinación multidisciplinaria y sus ganas de vivir lo sacaron del peligro”, argumentó la doctora Yohorlin Céspedes, jefa de Servicios de Dermatología.
Caridad Antúnez, jefa de Enfermeras en Cuarto B, recordó la vitalidad de Jorge Luis y su cooperación. Baños antisépticos, fomentaciones, cremas, curas, buchadas, soluciones mucosíticas…fueron muchos los cuidados para devolverle el bienestar. Hasta ingresado hizo amistades, pues conoció a la familia Ronda, que vive en la calle contigua a la suya, entre Frexes y Martí. Once años en la Isla le han servido para palpar de cerca la ética de los médicos cubanos. Stephany Canales, residente de Segundo Año de Dermatología, participó en la recuperación. “En mi país hubiera costado mucha plata si tales atenciones son encargadas a privados”, comentó. Se lleva la idea más completa del humanismo, sentimiento que la acompañará en su profesión cuando regrese a Costa Rica.
Un colega suyo, Mandela Kerr, de Bahamas, no ocultó su sorpresa sobre cómo sanaron las lesiones, parecidas a quemaduras, y en el estado en que estaban, porque la evolución fue lenta, dado el complicado cuadro.
“Actualmente, se le suspendió el Metratexato. Le dejamos dosis bajas de Prednisona para la AR. Con respecto a la gota, en las crisis utilizamos la Colchicina; en el período intercrisis, el Alopurinol, inhibidor de la xantinooxidasa, que reduce la producción de ácido úrico. Ambos son antigotosos, intensifican la excreción del ácido y con ello disminuyen las concentraciones de dicho metabolito en plasma. Constantemente, tiene que ser chequeado y debe cuidar su dieta”, añadió el doctor Velázquez.
Un cartucho repleto de pomadas heredó de los más de 60 días hospitalizado. Ahora está a base de jugos de frutas y puré, porque perdió los dientes en el trance. Pronto tendrá que hacerle una visita al barbero, pues recuperó el cabello.
Su vieja máquina de escribir le reclama documentaciones de la peña y la ACLIFIN, de la cual es coordinador en el Consejo Popular Centro Ciudad Norte. Las lesiones sanaron. Queda el agradecimiento a profesionales y trabajadores de la Salud. También hacia Ana Isabel, su compañera desde hace casi una década.
Estudiantes mexicanos en Holguín lo visitan frecuentemente. Habla de ellos como si fueran sus hijos. Lleva a México en la piel y a Cuba doblemente en el corazón.
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