Si el año pasado la Liga Superior de Básquet (LSB) tuvo en Holguín una de sus plazas, en 2011 no será así, pues la Comisión Nacional anunció la realización del evento entre septiembre y diciembre, sin la presencia de los Gavilanes, quienes terminaron séptimos en la anterior versión, cuando ganaron seis partidos y colapsaron en veintidós oportunidades.
La dirección del baloncesto en la Isla optó por asegurarles cupos a los seis primeros puestos y añadir a Santiago de Cuba (octavo) y Pinar del Río (no asistió), por la tradición de esos territorios en el deporte de las canastas. José Enrique García, comisionado provincial, aseguró que esto significa un “hasta luego”, porque en 2012 regresará el Torneo Nacional de Ascenso (TNA), clasificatorio para la LSB.
Se prevé la realización en julio próximo del Campeonato Provincial (Primera Categoría), en “Urbano Noris”. Allí deben estar Víctor de la Cruz, Eleadismir Blanco, y Alexei y Adonis Fonseca, atletas que pudieran ser llamados para integrar algunos de los quintetos de la LSB-2011. Fernando Caballero padece de una hernia en la columna y está bajo tratamiento médico, lo que le imposibilita participar en la justa liguera. “El Gavilán Mayor”, Henry Simón, ratificó a ¡ahora! su retiro de las canchas.
Con la mirada puesta en el TNA-2012, luego de la culminación del certamen, se conformará una preselección de 20 jugadores, conducida por el técnico Miguel Alfonso, quien cumplió misión internacionalista en Malí y dirigió a la selección femenina menores de 17 años de ese país, campeona africana y concursante del Mundial de Francia-2010.
Inicialmente, el colectivo entrenará dos veces por semana, en la sala de la Universidad de Ciencias Médicas Mariana Grajales y la EIDE Pedro Díaz Coello. A la concentración quizás sean convocados Arnaldo Tamayo (1,95 metros de estatura) y José Daniel Arcos (1,88), en edad juvenil y escolar, respectivamente. Ambos muchachos fueron seleccionados como reservas inmediatas del equipo nacional.
El Comisionado informó que el venidero curso la EIDE contará con matrículas masculina y femenina (13-15 años). Resaltó la remodelación en abril último de un área en el reparto Caribe, de Moa, la cual posee iluminación artificial, y la entrega de bibliografía especializada a todos los profesores, para potenciar la superación.
martes, 31 de mayo de 2011
martes, 24 de mayo de 2011
De Vuelta entre los Vivos / Nelson Alejandro Rodríguez Roque
Tiene alma de mariachi. Sus ídolos, Pedro Infante y Jorge Negrete. Amante de rancheras y boleros. Para él lo mejor se escuchó en la segunda mitad del siglo pasado. Supera en estatura a los charros de las películas.
Su casa de la calle Pepe Torres, entre Frexes y Aguilera, no tiene cactus ni desiertos, sino guanábanas, guineas y cañas media luna, pero se llena de amigos para cantarle “acuérdate de Acapulco” a María Félix, la hermosura que flechó a Agustín Lara. Solo faltan murales y tragos de tequila.
Hojea un álbum de fotos: excursiones a Bayamo, Las Tunas y Cayo Bariay. Es organizador de una peña de música mexicana. Cuyos integrantes conmemoran cada aniversario del Grito de Dolores, reclamo libertador frente al dominio español, en 1810.
“Pensar que a mí me sacaron de la tumba”, dijo, cruzó los brazos y miró hacia el techo. A Jorge Luis Zaldívar Pérez lo salvaron en el Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez. De la sala Cuarto B (Dermatología) salió totalmente “pa’ acá”, en diciembre del pasado año.
Los achaques lo jubilaron de una brigada de la Construcción Civil en 2002, donde fungía como ejecutor de obra de la División Mambisa. Desde los 32 años de edad (tiene 55), ha sido paciente de Reumatología por artritis reumatoidea (AR), enfermedad del sistema osteomioarticular, y gota. En octubre último, para contrarrestar los efectos de la primera, ingirió, previa indicación médica, tabletas de Metratexato de 2,5 milígramos, inmunosupresor que, incluso bajo rigurosos estudios anteriores y dosis exactas, puede causar reacciones adversas previstas.Su casa de la calle Pepe Torres, entre Frexes y Aguilera, no tiene cactus ni desiertos, sino guanábanas, guineas y cañas media luna, pero se llena de amigos para cantarle “acuérdate de Acapulco” a María Félix, la hermosura que flechó a Agustín Lara. Solo faltan murales y tragos de tequila.
Hojea un álbum de fotos: excursiones a Bayamo, Las Tunas y Cayo Bariay. Es organizador de una peña de música mexicana. Cuyos integrantes conmemoran cada aniversario del Grito de Dolores, reclamo libertador frente al dominio español, en 1810.
“Pensar que a mí me sacaron de la tumba”, dijo, cruzó los brazos y miró hacia el techo. A Jorge Luis Zaldívar Pérez lo salvaron en el Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez. De la sala Cuarto B (Dermatología) salió totalmente “pa’ acá”, en diciembre del pasado año.
Esa medicina importada – muy costosa en el exterior y gratuita para pacientes en Cuba –, actúa como antinflamatorio y es recomendada a fin de frenar daños en las articulaciones, propios de la AR, padecimiento crónico de causa multifactorial.
Después de alrededor de 72 horas de tratamiento, suspendido por una gastritis medicamentosa, asistió a un encuentro de la peña en la Casa Natal de Calixto García. Se sentía decaído, casi no podía hablar ni comer, pero forzó las cuerdas vocales y cumplió con sus compañeros. Por la tarde, junto a Ana Isabel Riandez, su esposa, fue al Hospital Lenin y lo valoraron en Otorrinolaringología y Máxilo Facial.
Luego, ante la aparición de lesiones por todo el cuerpo, Ana Isabel lo convenció y se dirigieron al Clínico Quirúrgico. Los médicos decidieron ingresarlo, al producirse una reacción medicamentosa con características de estado agudo y descompensación de su enfermedad.
Enseguida se procedió a una atención priorizada por parte del personal de Dermatología y Reumatología, a los que se unieron especialistas de Hematología, Gastroenterología e intensivistas, todo un equipo multidisciplinario. La terapéutica que se aplicó fue de cuidados intensivos. La acción de enfermeras, médicos y el resto de los trabajadores de la sala, incluyendo pantristas y auxiliares de limpieza, influyó mucho.
“Empleamos un tratamiento para eliminar lesiones de piel mediante cremas antibióticas y otras soluciones, con el objetivo de evitar que, por el estrés del proceso dermatológico, la gota cayera en crisis”, manifestó el doctor Eduardo del Campo, especialista en Reumatología.
El doctor Alberto Velázquez, de la misma especialidad, explicó que protegieron la mucosa gástrica, en la cual Jorge Luis tenía úlceras que podían derivar en hemorragia, un sangramiento digestivo estaba latente. Además, lo trataron con antibióticos endovenosos, de amplio espectro, para evitar una sepsis generalizada.
“La inflamación de la mucosa del tracto digestivo provocó que durante varios días se alimentara por vía endovenosa. Usamos esteroides y combatimos los efectos del Metratexato. Al principio, la comunicación con él era por gestos, ya que las aftas en la boca le impedían dialogar y la sensación de ardor lo afectaba y le provocaba dolor. Casos como ese nunca habíamos visto ninguno, a pesar de que no hay medicamentos inocuos y siempre se piensa en el riesgo-beneficio. La coordinación multidisciplinaria y sus ganas de vivir lo sacaron del peligro”, argumentó la doctora Yohorlin Céspedes, jefa de Servicios de Dermatología.
Caridad Antúnez, jefa de Enfermeras en Cuarto B, recordó la vitalidad de Jorge Luis y su cooperación. Baños antisépticos, fomentaciones, cremas, curas, buchadas, soluciones mucosíticas…fueron muchos los cuidados para devolverle el bienestar. Hasta ingresado hizo amistades, pues conoció a la familia Ronda, que vive en la calle contigua a la suya, entre Frexes y Martí. Once años en la Isla le han servido para palpar de cerca la ética de los médicos cubanos. Stephany Canales, residente de Segundo Año de Dermatología, participó en la recuperación. “En mi país hubiera costado mucha plata si tales atenciones son encargadas a privados”, comentó. Se lleva la idea más completa del humanismo, sentimiento que la acompañará en su profesión cuando regrese a Costa Rica.
Un colega suyo, Mandela Kerr, de Bahamas, no ocultó su sorpresa sobre cómo sanaron las lesiones, parecidas a quemaduras, y en el estado en que estaban, porque la evolución fue lenta, dado el complicado cuadro.
“Actualmente, se le suspendió el Metratexato. Le dejamos dosis bajas de Prednisona para la AR. Con respecto a la gota, en las crisis utilizamos la Colchicina; en el período intercrisis, el Alopurinol, inhibidor de la xantinooxidasa, que reduce la producción de ácido úrico. Ambos son antigotosos, intensifican la excreción del ácido y con ello disminuyen las concentraciones de dicho metabolito en plasma. Constantemente, tiene que ser chequeado y debe cuidar su dieta”, añadió el doctor Velázquez.
Un cartucho repleto de pomadas heredó de los más de 60 días hospitalizado. Ahora está a base de jugos de frutas y puré, porque perdió los dientes en el trance. Pronto tendrá que hacerle una visita al barbero, pues recuperó el cabello.
Su vieja máquina de escribir le reclama documentaciones de la peña y la ACLIFIN, de la cual es coordinador en el Consejo Popular Centro Ciudad Norte. Las lesiones sanaron. Queda el agradecimiento a profesionales y trabajadores de la Salud. También hacia Ana Isabel, su compañera desde hace casi una década.
Estudiantes mexicanos en Holguín lo visitan frecuentemente. Habla de ellos como si fueran sus hijos. Lleva a México en la piel y a Cuba doblemente en el corazón.
martes, 10 de mayo de 2011
El Gavilán Mayor / Nelson Alejandro Rodríguez Roque
Era viernes 24 de agosto de 2007. Esperaron por mí para cerrar una página. A pocos meses de iniciarme en ¡ahora!, “driblé” mirando el cronómetro. Me decían cuánto tiempo quedaba desde la mesa arbitral, la Jefatura de Información.
Escribí Los Gavilanes tienen morada, título de aquella noticia acerca de baloncesto, que versaba sobre el debut del Torneo Nacional de Ascenso (TNA) en Holguín, más específicamente en la sala de la Universidad de Ciencias Médicas Mariana Grajales.
Los aficionados dejaron de llamarles Trotamundos a los miembros del plantel local. Finalizó “el peregrinar” permanente por las provincias orientales. Se lució sobre el rectángulo el espigado Henry “Pití” Simón Moisés (“Urbano Noris”; 1979), uno de los cuatro basquetbolistas de aquí que ha integrado la selección masculina cubana de ese deporte.
Cuando dos años después, Los Gavilanes clasificaron a la Liga Superior de Básquet (LSB), la lesión de “Pití” – desgaste en el menisco de la rodilla derecha – lo tenía a “media máquina”. Se agudizó el mismo problema que interrumpió su larga trayectoria en el equipo nacional: Torneos del Caribe, Centrobásquet, Juegos Centroamericanos y del Caribe Cartagena de Indias-2006 y Juegos de Buena Voluntad Brisbane-2001, los últimos después del “deshielo” de la Guerra Fría.
Era de esperar. Hace algunas semanas, el hijo de la exbaloncestista Ángela Moisés y el técnico de remo Nelson Simón (bicampeón panamericano y atleta olímpico en Montreal-1976 y Moscú-1980) anunció su retiro de las canchas. En estos momentos, se prepara para convertirse en Licenciado en Cultura Física.
Preocupado por la tardanza, llegó apurado a la Casa del Atleta, donde radica los lunes para adelantar su tesis. Bajo tejas traslúcidas, sin sobresaltarse ante el efecto grabadora y el marcaje del cuestionario, “encestó” las respuestas. Conversé con el Henry menos conocido. Padre de una niña de dos años. El que se quedó con ganas de representar a Cuba en Mundiales, Juegos Panamericanos u Olimpiadas.
Dos veces campeón de la LSB con los aguerridos Orientales de Manuel Conde, en cuya nómina fue el primer holguinero. Uno de los pocos cubanos que ha enfrentado a los Dream Team (“equipo de los sueños” en Inglés), formaciones norteamericanas derivadas de la todopoderosa Asociación Nacional de Baloncesto (NBA); la de Brisbane incluía a Rashard Lewis, Shawn Marion y Jermaine O’neal, entre los astros actuales de las duelas estadounidenses.
A partir de 2005, la LSB cambió de formato, al sumarse dos elencos y surgir el TNA. ¿Perjudicó esta variación al certamen?
-Sobre ese tema siempre hubo polémica. Algunos decían que era mejor aquella versión porque se concentraba la calidad, pero directivos de la Comisión Nacional optaron por darle posibilidades a las provincias, con el objetivo de expandir la Liga. Los TNA ayudan a los jóvenes, pero hay que tener cuidado, porque a veces ellos necesitan medirse en otros espacios para elevar su nivel.
Estuviste en varias ocasiones como refuerzo en colectivos de otros territorios. ¿Te adaptabas fácil?
-Nunca tuve problemas para insertarme en otros equipos, pues siempre fui disciplinado. No pude jugar aquí hasta el surgimiento de los TNA y la posterior acogida en la “Mariana Grajales”. Me consagré a la defensa de mi camiseta y cuando no clasificábamos integraba otros quintetos como el guantanamero, en cuya provincia me solicitaban frecuentemente de refuerzo. Tuve la posibilidad de ir a la LSB con Holguín, pero nos faltó experiencia para afrontar choques con marcadores cerrados.
Yamilet Martínez, una de las mejores jugadoras de la historia del baloncesto cubano, nunca pudo desempeñarse ante su público. En cambio, tú lo hiciste desde 2007. ¿Cómo te sentiste en casa?
-Contentísimo, muy emocionado. Dejamos de ser “Trotamundos” y el pueblo disfrutó. Yamilet no tuvo la posibilidad de brillar en su terruño, sin embargo trascendió internacionalmente y eso la dio a conocer.
No sobresalías por el peso corporal y tampoco eras de los más habilidosos en la conducción del balón. Mas aparecías casi siempre entre los líderes de las hojas de anotación…
-Cuando comencé tiraba muy mal, lo hacía con las dos manos. El profesor Miguel Pérez me ponía a hacer 200 tiros con una bala de Atletismo. Era algo difícil, lanzaba a la derecha y él me dijo que si quería aprender a tirar con la izquierda y le dije que no. Yo dribleaba más a la zurda y los entrenamientos me ayudaron a perfeccionar el gancho.
Con respecto a las libras, tuve un peso mediano, nunca fui muy corpulento, a pesar de ser alto (1,98 metros). Aprovechaba mi velocidad y saltabilidad para dominar el tablero, por eso jugué de delantero y pívot. Esas eran las ventajas que tenía ante contrarios fornidos. Realizaba muchos ejercicios de piernas, que me dieron fuerza, hasta que llegó la lesión y prioricé los tiros, por eso lograba puntuaciones abultadas.
En Cuba, el baloncesto es un deporte de “laboratorio”. Hemos quedado rezagados internacionalmente y se juega poco en calles y barrios, en comparación con el béisbol y el fútbol. ¿Qué hace falta para salir del bache?
-Hay que ir a los municipios en busca de niños de perspectivas. Si los entrenadores se proponen trabajar asomarán talentos. El atleta, luego del adiestramiento, tiene que realizar una cantidad considerable de “disparos”. En ese momento nadie te gardea, sin presión ganas en efectividad y las cosas te salen mejor después.
Se ganan o pierden muchos partidos por tiros libres. Incluso en el equipo nacional hay problemas en ese parámetro. Se tira para un 65 por ciento, cuando en las competencias de envergadura debe hacerse por encima del 80. Es un momento tenso y definitorio, sobre todo cuando estás agotado y llevas varios minutos de actividad.
Nunca participé en Juegos Panamericanos, Premundiales, Preolímpicos, Mundiales u Olimpiadas. Ahora los jóvenes de la escuadra nacional son dirigidos por un técnico argentino (Ariel Amarillo), que puede cooperar con esa juventud. Si ellos se lo proponen, llegan. Tienen futuro por delante.
¿Con cuáles jugadores tuviste mejor conexión?
-Me entendía muy bien con Allen Jemmont, un gran compañero, Michael Guerra, “El Chino” Lavastida y Jean Luis Haití, que surgieron en la misma etapa que yo. Aquí tenía a Fernando Caballero y Víctor Manuel de la Cruz, a los cuales aconsejaba para que todo fluyera mejor.
Simón versus el Dream Team…
-Cuando empezaron los Juegos (Brisbane-2001) pensábamos en el enfrentamiento con EE.UU. Llegó el día y en el calentamiento estaba un poco tenso porque jugaríamos contra estrellas de la NBA. Me dije por dentro que sí podía. Logré darles donqueos a aquellos gigantes de más de dos metros y les marqué 12 puntos.
Escribí Los Gavilanes tienen morada, título de aquella noticia acerca de baloncesto, que versaba sobre el debut del Torneo Nacional de Ascenso (TNA) en Holguín, más específicamente en la sala de la Universidad de Ciencias Médicas Mariana Grajales.
Los aficionados dejaron de llamarles Trotamundos a los miembros del plantel local. Finalizó “el peregrinar” permanente por las provincias orientales. Se lució sobre el rectángulo el espigado Henry “Pití” Simón Moisés (“Urbano Noris”; 1979), uno de los cuatro basquetbolistas de aquí que ha integrado la selección masculina cubana de ese deporte.
Cuando dos años después, Los Gavilanes clasificaron a la Liga Superior de Básquet (LSB), la lesión de “Pití” – desgaste en el menisco de la rodilla derecha – lo tenía a “media máquina”. Se agudizó el mismo problema que interrumpió su larga trayectoria en el equipo nacional: Torneos del Caribe, Centrobásquet, Juegos Centroamericanos y del Caribe Cartagena de Indias-2006 y Juegos de Buena Voluntad Brisbane-2001, los últimos después del “deshielo” de la Guerra Fría.
Era de esperar. Hace algunas semanas, el hijo de la exbaloncestista Ángela Moisés y el técnico de remo Nelson Simón (bicampeón panamericano y atleta olímpico en Montreal-1976 y Moscú-1980) anunció su retiro de las canchas. En estos momentos, se prepara para convertirse en Licenciado en Cultura Física.
Preocupado por la tardanza, llegó apurado a la Casa del Atleta, donde radica los lunes para adelantar su tesis. Bajo tejas traslúcidas, sin sobresaltarse ante el efecto grabadora y el marcaje del cuestionario, “encestó” las respuestas. Conversé con el Henry menos conocido. Padre de una niña de dos años. El que se quedó con ganas de representar a Cuba en Mundiales, Juegos Panamericanos u Olimpiadas.
Dos veces campeón de la LSB con los aguerridos Orientales de Manuel Conde, en cuya nómina fue el primer holguinero. Uno de los pocos cubanos que ha enfrentado a los Dream Team (“equipo de los sueños” en Inglés), formaciones norteamericanas derivadas de la todopoderosa Asociación Nacional de Baloncesto (NBA); la de Brisbane incluía a Rashard Lewis, Shawn Marion y Jermaine O’neal, entre los astros actuales de las duelas estadounidenses.
A partir de 2005, la LSB cambió de formato, al sumarse dos elencos y surgir el TNA. ¿Perjudicó esta variación al certamen?
-Sobre ese tema siempre hubo polémica. Algunos decían que era mejor aquella versión porque se concentraba la calidad, pero directivos de la Comisión Nacional optaron por darle posibilidades a las provincias, con el objetivo de expandir la Liga. Los TNA ayudan a los jóvenes, pero hay que tener cuidado, porque a veces ellos necesitan medirse en otros espacios para elevar su nivel.
Estuviste en varias ocasiones como refuerzo en colectivos de otros territorios. ¿Te adaptabas fácil?
-Nunca tuve problemas para insertarme en otros equipos, pues siempre fui disciplinado. No pude jugar aquí hasta el surgimiento de los TNA y la posterior acogida en la “Mariana Grajales”. Me consagré a la defensa de mi camiseta y cuando no clasificábamos integraba otros quintetos como el guantanamero, en cuya provincia me solicitaban frecuentemente de refuerzo. Tuve la posibilidad de ir a la LSB con Holguín, pero nos faltó experiencia para afrontar choques con marcadores cerrados.
Yamilet Martínez, una de las mejores jugadoras de la historia del baloncesto cubano, nunca pudo desempeñarse ante su público. En cambio, tú lo hiciste desde 2007. ¿Cómo te sentiste en casa?
-Contentísimo, muy emocionado. Dejamos de ser “Trotamundos” y el pueblo disfrutó. Yamilet no tuvo la posibilidad de brillar en su terruño, sin embargo trascendió internacionalmente y eso la dio a conocer.
No sobresalías por el peso corporal y tampoco eras de los más habilidosos en la conducción del balón. Mas aparecías casi siempre entre los líderes de las hojas de anotación…
-Cuando comencé tiraba muy mal, lo hacía con las dos manos. El profesor Miguel Pérez me ponía a hacer 200 tiros con una bala de Atletismo. Era algo difícil, lanzaba a la derecha y él me dijo que si quería aprender a tirar con la izquierda y le dije que no. Yo dribleaba más a la zurda y los entrenamientos me ayudaron a perfeccionar el gancho.
Con respecto a las libras, tuve un peso mediano, nunca fui muy corpulento, a pesar de ser alto (1,98 metros). Aprovechaba mi velocidad y saltabilidad para dominar el tablero, por eso jugué de delantero y pívot. Esas eran las ventajas que tenía ante contrarios fornidos. Realizaba muchos ejercicios de piernas, que me dieron fuerza, hasta que llegó la lesión y prioricé los tiros, por eso lograba puntuaciones abultadas.
En Cuba, el baloncesto es un deporte de “laboratorio”. Hemos quedado rezagados internacionalmente y se juega poco en calles y barrios, en comparación con el béisbol y el fútbol. ¿Qué hace falta para salir del bache?
-Hay que ir a los municipios en busca de niños de perspectivas. Si los entrenadores se proponen trabajar asomarán talentos. El atleta, luego del adiestramiento, tiene que realizar una cantidad considerable de “disparos”. En ese momento nadie te gardea, sin presión ganas en efectividad y las cosas te salen mejor después.
Se ganan o pierden muchos partidos por tiros libres. Incluso en el equipo nacional hay problemas en ese parámetro. Se tira para un 65 por ciento, cuando en las competencias de envergadura debe hacerse por encima del 80. Es un momento tenso y definitorio, sobre todo cuando estás agotado y llevas varios minutos de actividad.
Nunca participé en Juegos Panamericanos, Premundiales, Preolímpicos, Mundiales u Olimpiadas. Ahora los jóvenes de la escuadra nacional son dirigidos por un técnico argentino (Ariel Amarillo), que puede cooperar con esa juventud. Si ellos se lo proponen, llegan. Tienen futuro por delante.
¿Con cuáles jugadores tuviste mejor conexión?
-Me entendía muy bien con Allen Jemmont, un gran compañero, Michael Guerra, “El Chino” Lavastida y Jean Luis Haití, que surgieron en la misma etapa que yo. Aquí tenía a Fernando Caballero y Víctor Manuel de la Cruz, a los cuales aconsejaba para que todo fluyera mejor.
Simón versus el Dream Team…
-Cuando empezaron los Juegos (Brisbane-2001) pensábamos en el enfrentamiento con EE.UU. Llegó el día y en el calentamiento estaba un poco tenso porque jugaríamos contra estrellas de la NBA. Me dije por dentro que sí podía. Logré darles donqueos a aquellos gigantes de más de dos metros y les marqué 12 puntos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)