Expertos del departamento provincial de Sismología, perteneciente al Centro Nacional de Investigaciones de la especialidad -radicado en Santiago de Cuba-, imparten conferencias a solicitud de entidades y organismos interesados en la vulnerabilidad ante ese tipo de fenómenos y la aplicación de políticas adecuadas de enfrentamiento.
Desde el 2000, el Departamento ha desarrollado seminarios, círculos de interés y simulacros de acciones en Holguín, Moa y Gibara, para perfeccionar la preparación en caso de terremotos e incrementar los conocimientos. Los sismómetros del mundo han estado alertas después de las fatalidades de Haití (12 de enero) y Chile (27 de febrero).
“La reducción de desastres adquiere una gran importancia. Los pobladores tienen que saber qué hacer antes, durante y después del sismo, porque es imposible pronosticar el momento de ocurrencia del mismo”, explicó el geólogo Nicolás Vega.
Los eventos telúricos suceden cuando las rocas no pueden retener determinada acumulación de energía y la liberan; son medidos en magnitud (escala de Richter) e intensidad, de acuerdo al efecto que provocan en personas e infraestructuras.
El movimiento en la falla de Bartlet -al Sur del país-, que se extiende desde el Paso de los Vientos hasta el Golfo de Honduras, causó la sacudida del 20 de marzo, con una intensidad de VI grados en la Escala Macrosísmica, perceptible principalmente en Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma, aunque también en localidades del Este de nuestro territorio e incluso el municipio cabecera.
Vecinos de Velasco y Bocas en Gibara, y otros sitios de la geografía tunera, sintieron un temblor el pasado 4 de marzo a las 11:14 pm, localizado en los 21.15 grados de latitud Norte y 76.38 de longitud Oeste, de magnitud 2.5 en la escala de Richter. Se trata de un proceso normal, según Vega, pues esa región está bajo la influencia de la zona sismogeneradora Cubitas y el planeta manifiesta su fuerza interna.
“Si desconoces la amenaza no te preparas”, comentó el especialista, que informó que anualmente son apreciables en la Isla unos 12 terremotos y mil 319 en el mundo, similares al del 20 de marzo en el área oriental. Ya desde principios del siglo XVI se reportan episodios telúricos cubanos.
La historia recuerda terremotos en la ciudad de Holguín (1912) y Gibara (1914), de IV y VII grados de intensidad, respectivamente, y un incremento de actividades sísmicas en Moa a partir de 1992.
Sin menospreciar niveles de vibración o lejanía cronológica, el personal de las tres estaciones sismológicas de la provincia observa con detenimiento cualquier anomalía y expande sus experiencias. Son momentos para pertrecharnos de reflexiones sobre el tema y no ver lo que ocurrió en Haití o Chile como premonición del maltratado calendario maya o escena del filme norteamericano 2012.
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