“En el colectivo que hoy se prepara, todos podrían desempeñarse como terceros o cuartos bates (…), pero en un juego necesitas lo mismo un jonrón que un batazo por detrás del corredor”.
Eduardo Martín, manager del Cuba de béisbol, hizo esta declaración a Granma el 24 de septiembre. Por esos días, sus discípulos “reventaban” el pitcheo “nica” y las estadísticas de las Series Nacionales aparentaban una preselección sin grietas, ofensivamente perfecta. Es muy útil recurrir a los archivos, las palabras impresas le dieron la razón.
Conocimos los 24 integrantes de la nómina al Premundial y Prepanamericano de Puerto Rico, cuya elección, como es usual, fue acogida por los aficionados con agrado o desacuerdo, según la lógica –relativa en materia de confección de elencos –, intereses territoriales y simpatía por algún jugador. Pero ya en Borinquen, nadie recordaba el corte definitivo o “aquella o más cual” inclusión.
La polémica de los 11 lanzadores surgió cuando a Martín se le acababan las fichas y las alineaciones variaban. Durante los pleitos de la ronda inicial, “la baja” de los maderos rondaba en los primeros innings. Con el transcurso del evento, el promedio de bateo colectivo cayó de 300, los corredores en base quedaban ahí y dar cuadrangulares era una rareza.
Cumplido el objetivo de clasificar a la próxima Copa Mundial (sin sede definida) y los Panamericanos de Guadalajara-2011, la final ante República Dominicana se prestaba para cambiar plata por oro. Amén de las “descoordinaciones” anteriores frente a quisqueyanos, estadounidenses y venezolanos, conservábamos la confianza (todavía la mantenemos para la Copa Intercontinental) en un despertar a lo Winnipeg-1999.
Volvimos a perder “el bueno”. Con la misma sintomatología: pasarse la lid completa sin producir anotaciones en abundancia y desmoronamiento del serpentinero abridor en el decisivo. Reconocer a una novena dominicana venida de menos a más, campeona de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez, amalgama de ex ligamayoristas y juventud. Como dijo un colega, salieron “a comerse la pelota”; Cuba también, la prensa extranjera y los internautas coincidieron al admirar la disposición sobre el terreno sintético.
De la poderosa tanda se supo poco, solo Olivera, Cepeda, Bell, y algunos “chispazos” del resto, nos llevaron a la noche triste del miércoles en San Juan, distinta a aquella de 2006, tras tumbar a Puerto Rico del Clásico Mundial.
El staff de lanzadores y la defensa funcionaron, salvo en el partido de preliminares con República Dominicana. Yorbis Borroto pudiera ser el torpedero a estabilizarse, el avileño no es out vestido de pelotero y luce seguro en el campocorto. Yulieski González (notable su relevo en el “Hiram Bithorn”), Yadier Pedroso y Freddy Asiel estuvieron a la altura de las exigencias. Vera tropezó en la discusión de la corona, previamente había tirado 13 y dos tercios sin permitir carreras limpias o regalar boletos. Nada mejor para levantarse que otra de sus disertaciones en Taichung, China Taipei, escenario de la Intercontinental.
Sí, Martín sabe que la filosofía del batazo es ventajosa, de combinarse con el juego estratégico, el llamado “chiquito”, a toques de bola, robos de almohadillas y bateo por detrás del corredor… pero como casi todos son terceros o cuartos bates.
Voy a cambiar de pelota pa’ voly: los jóvenes de Orlando Samuels demostraron actitud, en una cita planetaria “superpoblada” – 24 sextetas –, donde dos de “los escapados”, Brasil y Rusia, cedieron descaradamente en pos de avanzar. Los cruces favorecieron a los italianos, quienes llegaron a semifinales, “socorridos” por un sistema de competencia que causó descontento y le restó puntos a la Federación Internacional de ese deporte.
En la última década, Brasil ha ganado ocho Ligas Mundiales, tres Campeonatos del Mundo y un título olímpico (Atenas-2004), pocos les han hecho sombra a Bernardinho Rezende y sus pupilos. Por ello, en una hora y catorce minutos en la sala Palalottomatica de Roma, Simón, León, Fernando Hernández, Keiber Gutiérrez, Hierrezuelo, Leal…pagaron la inexperiencia en cotejos cruciales, el déficit de encuentros internacionales, el agotamiento – cuatro “tie break” – y la superioridad técnica del contrario.
“El resultado se logró además pese a las presiones de numerosos cazatalentos presentes en Italia, meca del voleibol profesional mundial”, expresó Christian Jiménez, presidente del INDER. Me quedo con su mensaje y la certeza de que los Leones aprenderán rugiendo entre fieras.